Las torres redondeadas, las pesadas puertas y las almenas reflejan la arquitectura defensiva de los siglos XI y XII.
Si los castillos son cuentos de hadas, los Muros de Ávila son el prólogo épico. Elevándose como una corona de piedra alrededor del casco antiguo, estos muros se encuentran entre las murallas medievales mejor conservadas de toda Europa. Se extienden a lo largo de 2,5 kilómetros y están erizadas con 87 torres y 9 puertas monumentales, que convierten Ávila en un libro de cuentos en directo sobre caballeros, santos y asedios.
La más imponente de las puertas, esta entrada de triple arco parece propia de un decorado de Juego de Tronos. En otro tiempo fue el principal punto de entrada a la ciudad, con torres y almenas para intimidar a los posibles atacantes.
Flanqueada por dos torres circulares gemelas, esta puerta es maciza y majestuosa. Su posición estratégica pone de relieve el papel de Ávila como plaza fuerte fronteriza, a resguardo de siglos de disturbios.
De las 87 torres, muchas son accesibles y te recompensan con vistas panorámicas. Cada torre fue una vez un puesto de vigía, donde los guardias oteaban el horizonte en busca de enemigos. Hoy en día, son perfectas para los fotógrafos que persiguen ángulos espectaculares.
Hay tramos de la muralla abiertos a los visitantes, con senderos bien cuidados, paneles informativos y vistas impresionantes. Desde aquí, las agujas góticas de la Catedral de Ávila se alzan como un centinela, mientras la lejana Sierra de Gredos se recorta contra el horizonte.
Si te quedas después de la puesta de sol, los Muros de Ávila brillan con luz dorada. Su mampostería iluminada transforma la fortaleza en una escena cinematográfica que perdura mucho después de que te hayas marchado.
No, sólo algunas secciones están abiertas a los visitantes, pero éstas ofrecen algunos de los mejores miradores de la ciudad.
Admirarlas desde fuera es gratis. Subir a las murallas requiere una entrada.
¡Sí! A los Infantil les encanta explorar las torres, aunque tendrás que vigilarlos de cerca a lo largo de las altas pasarelas.
La primavera y el otoño ofrecen un tiempo suave y menos aglomeraciones. Las noches de verano son mágicas cuando los muros están iluminados.
Son uno de los circuitos amurallados medievales más completos del mundo, que encierran la ciudad antigua casi intacta en su totalidad.